Zinemakluba: Generación Pokolenie (1954)

IZAR BELTZ ZINEKLUBA
K/Medina de Pomar, 9 (IRALA)
(Primer piso  de la Hegoetxea junto a la taberna)

GENERACIÓN POKOLENIE

(A. Wajda)

 

1954

87 min.


El buen Dios otorgó al director dos ojos, uno para mirar a través de la cámara, el otro para estar alerta a todo lo que sucede a su alrededor.” 
                                                                                                                                               Andrzej Wajda
Andrzej Wajda es probablemente el cineasta polaco más representativo, y el que con mayor compromiso asumió el papel transformador del cine como impulsor de unos ideales de libertad y progreso de la sociedad. Su figura se levanta en la Polonia de posguerra como emblemática de toda una generación de artistas jóvenes que, en oposición al esquematismo y límites impuestos por el “realismo socialista”, exigían una mayor libertad creativa a la vez que extendían al campo social esa nueva inquietud estética. Él sería quien encabezase la corriente llamada “Escuela cinematográfica polaca”, en la que se integraban a otros cineastas como Andrzej MunkStalislaw Rozewicz o Kazimierz Kutz, y también quien abriera el cine nacional al exterior y marcase al resto de directores polacos la senda por la que caminar. Sus comienzos en el cine están marcados por ese sentimiento de frustración tras la 2ª Guerra Mundial, con un país ocupado por las tropas nazis primero y sometido al gobierno comunista después. Entonces le preocupa el abandono y apatía de la nueva generación, el conformismo y ausencia de ideales que observa a su alrededor: por eso y por su profundo amor a la patria acomete una trilogía sobre la guerra que suponen el inicio de la lucha del individuo frente al Estado totalitario, de la ética personal frente al abuso de poder.
En el cine de Wajda, sin embargo, la temática histórica no responde al deseo de ensalzar el pasado nacional de una manera gloriosa y propagandística, sino más bien a la idea de depurar la imagen heroica y plana que se había transmitido, para alcanzar así el mayor grado posible de autenticidad. También obedece a la voluntad de mostrar unos héroes de carne y hueso que supieron hacer frente a un poder asfixiante e inhumano, semejante al que en ese momento sufrían bajo la dictadura comunista. Es un cine profundamente enraizado en la cultura y tradición polaca, que parte de la experiencia vivida y de la literatura romántica del país, pero que después sabe elevarse al plano de las ideas, hablar al individuo y superar cualquier coordenada temporal y espacial: su “tema” es la historia, pero su “espíritu” es el sentido de humanidad y el compromiso con la sociedad, mientras que el cine es entendido como el instrumento para lograr una mayor libertad y dignidad. En definitiva, Wajda es la conciencia de un pueblo y de una época, y sus películas son el espejo de la mentalidad valiente y honesta de quien buscaba despertar y alentar al espectador.
                                                                                                                                      Julio R. Chico



Generación fue el primer largometraje de Andrej Wajda, figura paradigmática del cine polaco de postguerra que se erigió como el más representativo de una serie de cineastas surgidos de la Nueva Escuela de Cine que revolucionarían el hasta entonces deteriorado panorama cinematográfico nacional. Wajda fue el primero en conseguir gran renombre internacional haciendo de Polonia un país a tener en cuenta para los más prestigiosos festivales de cine europeos. Esta serie de cineastas se destacarían con unas películas que gozaban de personalidad propia y que convirtieron su país en el referente cinematográfico más importante de la Europa del Este en una tensa época caracterizada por la tensa Guerra Fría y el stalinismo.
Esta obra sería la que abriría la que suele ser conocida como la Trilogía de la Guerra de Wajda, que se completa con las soberbias Canal (1957) y Cenizas y diamantes(1958). En estos films, se retrata la dura situación por la que pasó Polonia en los años 40 durante la ocupación alemana (y más tarde, soviética) y las actividades de algunos grupos de resistencia que intentaban enfrentarse al enemigo con los pocos medios con los que contaban. No son films heroicos ni enaltecedores, sino más bien crudamente realistas y que reivindicaban el papel de estos combatientes sin caer nunca en la idealización.
En el caso que nos ocupa, Generación es un film ambientado en la Varsovia de 1942 que narra la historia del joven Stach, un chico que proviene de un suburbio miserable y que decide unirse a la resistencia comunista emprendiendo una serie de acciones contra los nazis ocupantes juntos a unos amigos suyos.
Wajda en general huye de las convenciones de este tipo de películas y apuesta desde el principio por enmarcar toda la acción desde un punto de vista crudamente realista. La primera escena del film nos muestra con una extensa panorámica el suburbio miserable de barracas donde vive el protagonista y a continuación nos lo presenta jugando con 2 amigos lanzando un cuchillo. Acto seguido pasa un camión con carbón para el ejército alemán, así que deciden subir a tirar su contenido. Aunque es una acción patriótica, se nota que la hacen sobre todo por pura diversión, casi como si fuera una travesura. Dos de ellos se suben a un vagón para empezar a arrojar la mercancía, pero rápidamente uno de ellos es abatido por un vigilante alemán y muere al instante. Todo esto sucede apenas han pasado 5 minutos de película, el tono frío y descarnado por el que va a optar Wajda nos es descrito enseguida.Resulta obvio que pese a que el título del film hace referencia a esa joven generación que se comprometió a luchar por su país en un contexto tan terrible, el principal punto de interés de Wajda es la evolución del protagonista, un Stach confuso y desorientado que madurará forzadamente tras enfrentarse con todo lo sucedido a lo largo del metraje. Después de este accidente inicial, decidirá dejar de ser un vago y buscarse un trabajo de aprendiz en un taller, su primer contacto con el mundo adulto. Seguidamente, se verá atraído por un grupo de resistencia, pero no se nos esconde que el motivo de esa atracción no es solo la idea de luchar contra los ocupantes, sino también la joven y bella líder del grupo, Dorota.
Los motivos que llevan al resto de sus amigos a unirse al grupo tampoco son especialmente nobles. Uno de ellos, Jacek, es bastante reticente a unirse a la lucha porque ha de mantener a su padre, pero cuando es acusado de cobarde se envalentona enseguida y asesina a un oficial nazi a tiros. Seguidamente no dejará de fanfarronear sobre la valiente acción que ha llevado a cabo (que de valiente tiene poco, puesto que le atacó pillándole desprevenidamente) recreándola hasta la extenuación. También se hará patente entonces la fascinación que siente por las armas, provocando su enfado cuando le arrebatan la que robó al oficial nazi. No parece importarle tanto el hecho de contribuir a la lucha armada como el poder disparar como un pistolero al enemigo (aunque al mismo tiempo parece atormentado por su asesinato).
Los otros amigos de Stach tampoco parecerán especialmente conscientes sobre lo que están haciendo, y al verles en acción por la forma de comportarse no notamos mucha diferencia entre estos actos y los que llevaban a cabo los protagonistas al inicio del film de forma despreocupada, como si estuvieran haciendo una gamberrada más.
Wajda apuesta por dotar al film de una visión realista y salvo en una escena de persecución (excelentemente llevada a cabo, por cierto) la película no tira en ningún momento hacia el suspense o la acción. El cineasta nos muestra una visión desoladora de la Polonia de la guerra en que aparecen imágenes caóticas de incendios, cadáveres y edificios en ruinas, un panorama desolador en el que los protagonistas viven como si estuvieran habituados a ese panorama. Es de destacar las imágenes del barrio de barracas donde vive Jacek, poblado por gente humilde pero a la que Wajda no puede evitar enaltecer en una escena en que todos los vecinos acuden a ayudar a Jacek y su madre cuando éstos se ven amenazados por dos colaboracionistas que buscan un arma que Jacek robó.
Así mismo, pese a esta voluntad realista, la dirección de Wajda muestra una gran preocupación formal por la composición de los encuadres que, en gran parte gracias a la excelente fotografía en blanco y negro (cuyo juego de luces y sombras puede recordarnos vagamente a algunos directores del expresionismo alemán), contribuyen a que el film esté lleno de momentos bastante cuidados visualmente (por ejemplo, todas las escenas situadas en sitios oscuros como los canales subterráneos).

Sin embargo, aunque las motivaciones de los protagonistas son confusas, Wajda no esconde (sobre todo en la parte final) su admiración hacia ellos y hacia su innegable valentía. Cuando al final del film, un desolado Stach se encuentra con el que será su próximo grupo de combate el director opta por cerrar el film con un plano de esos jóvenes que serán los próximos héroes. Un final abierto, puesto que el destino de ellos y de Stach es altamente incierto, pero que refuerza la idea tras el título de enaltecer a esa generación de jóvenes que tuvo que luchar contra algo mucho mayor que ellos.
El éxito de esta película y las siguientes de la Trilogía de la Guerra consagraron a un Andrej Wajda que acababa de debutar y se vio incluido entre los autores pertenecientes a las nuevas tendencias cinematográficas que invadían Europa. Gracias a su éxito, otros cineastas polacos pudieron darse a conocer siguiendo el camino que éste había marcado, entre los que quizás el que más renombre internacional adquirió fue Roman Polanski, el cual casualmente aparece en el film interpretando a uno de los amigos de Stach. Esta mera coincidencia hace que sea inevitable referirse a Polanski como a uno de los hijos de esta primera generación de directores polacos (Wajda, Kawalerowicz, W. J. Has…), los cuales allanaron el camino a futuros directores dando a conocer al mundo la obra cinematográfica de un país que, tras una dura postguerra y sin una sólida tradición en el séptimo arte, necesitaba del empujón que le proporcionaron estos cineastas para  adquirir fuerza y darse a conocer internacionalmente.