Izar Beltz Zinekluba
K/Medina de Pomar, 9 (Irala)
En el primer piso junto a la Hegoetxea Taberna
Ciclo: Sexualidades periféricas.
Transamérica
(Duncan Tucker)
2005
103 min.
Urtarrilak 20
19:00etan
«La Asociación Psiquiátrica Estadounidense clasifica la distrofia de género como un trastorno mental muy grave. – Una vez que me opere, ni un ginecólogo podrá detectar algo anormal en mi cuerpo. Seré una mujer. ¿No le extraña que la cirugía plástica pueda curar un trastorno mental?»
- «La casa de tus padres es más linda que la tuya. – La casa de mis padres viene con mis padres.»
La opera prima de Duncan Tucker es una película con el mejor espíritu indie, que intenta desnudar la falsedad de las admiradas familias yanquis con un humor impiadoso e inmisericorde.
Hombre transexual con hijo chapero y drogadicto, madre conservadora… y padre judío. Cuando Bree/Stanley descubra, a días de la operación que unirá su cuerpo con su identidad sexual, que tiene un hijo, su terapeuta lo incita a resolver todos sus asuntos pendientes antes de permitir el paso por quirófano. Ahí es cuando la road movie se lanza a la ruta. En Transamerica la risa no se anula ante la tragedia que compone la otra cara de la vida; ya se sabe cuán poderoso –y necesario– resulta su efecto, y acá aparece sin atemperarse y ayuda a esquivar la lágrima fácil, las emociones prefabricadas o el siempre a mano melodrama de cartón.
Así, entre medias verdades, secretos compartidos, huidas y pasados no resueltos, la vida asoma (entre los intersticios), y ciertos lazos familiares sólidos parecen sugerir la idea de la elección por afinidad sobre la de la consanguinidad. La disfuncionalidad, la diferencia, no se juegan como norma, o como anti, sino que se presentan, lisa y llanamente. El trabajo protagónico de Felicity Huffman es monumental. Javier Luzi «Las hormonas son hormonas. Las tuyas y las mías vienen en píldoras violetas.» El largometraje en cuestión está escrito y dirigido por Duncan Tucker, un desconocido cineasta que debuta en la gran pantalla con este trabajo. Con un coste de apenas un millón de dólares, Tucker ha sacado adelante un relato en el que Bree Osbourne aguarda con ganas el momento en el que pueda hacerse una ope-ración de cambio de sexo que por fin le permita reconocerse como una mujer. Sin embargo, cuando descubre que tiene un hijo ya ado-lescente a causa de una relación heterosexual que mantuvo en el pasado, su mundo se le viene abajo, ya que su médico no autoriza-rá la intervención quirúrgica si antes no se encuentra con el mucha-cho. |
Bree se traslada hasta Nueva York para recoger al joven en una comisa-ría, puesto que éste trafica con dro-gas y ha de pagar su fianza para sa-carlo de allí, siendo el viaje de re-greso a Los Ángeles con el chico el verdadero eje de la película, que se transforma entonces en una peculiar road movie en la que, sin obviar el planteamiento inicial de las dificultades que entraña para una persona el cambio de sexo, una cues-tión que se podría abordar mejor en un reportaje televisivo serio o en un documental, se plantean otros asun-tos relacionados con, por ejemplo, la tolerancia o las relaciones fa-miliares.
«Transamérica» mezcla con acierto el drama y la comedia, siendo reseñable la humildad de sus planteamientos. Es ver-dad que se produce un notable desequilibrio entre estos dos géne-ros en determinados pasajes del filme (a veces el comportamiento de la madre de Bree resulta excesivamente histriónico), pero la for-ma en la que está desarrollada la historia, con buen gusto y respe-to (salvo para aquellos que a estas alturas todavía se escandalicen por ver algún desnudo en la pantalla), ayuda a que incluso los es-pectadores que habitualmente huirían de este tipo de largometrajes puedan disfrutar con su visionado.
Por supuesto, la interpretación deFelicity Huffman se erige como el mayor acicate de la película, aunque bajo mi punto de vista no lo es por el hecho de que la actriz tenga que po-nerse en la piel de un hombre que quiere ser una mujer; de hecho, Huff-man brilla sobre todo en aquellos instantes en los que poco importa el sexo de su personaje, sino los sentimientos que se ocultan en su interior.
Joaquín R. Fernández
«Soy transexual, no travesti.»
«Bree, ¿por qué tengo la sensación de que hay algo que te tiene mal? La semana pasada dijiste que sería el día más feliz de tu vida. – La semana pasada fue hace mucho tiempo.»