Martxoak 31/ IZAR BELTZ ZINEKLUBA: Círculo rojo (J.P. Melville)

Izar Beltz zinekluba
K/andres Isasi 15 (Irala)

Martxoak 31
19:00etan
Circulo Rojo
(Le Cercle Rouge)
Jean Pierre Melville
140 min.
1970

Un ladrón llamado Corey y un fugitivo llamado Vogel unen fuerzas para organizar un calculado robo a una joyería de París. Tienen de su lado a algunos de los más experimentados criminales de la historia del cine, pero sobre sus pasos va no sólo un policía implacable, sino también el destino, ese viejo enemigo de los héroes de Melville. Rififí en 1955 había definido para siempre las bases del género del robo perfecto. Pero fue Le Cercle Rouge la que lo cristalizó de una forma que Once a la Medianoche y La Gran Estafa sólo pudieron soñar. Uno de los grandes filmes noir de todos los tiempos.

«El círculo rojo» no puede considerarse una película más que pueda encuadrarse dentro del estilo del género de cine negro del período norteamericano. Jean-Pierre Melville imprime a los tres principales personajes de este film un carácter profundamente dramático, de raíces nietzscheanas, con una moral de «superhombre», donde el honor adquiere una dimensión de tragedia griega y el héroe, al igual que un samurai herido en su dignidad, no tiene más que una salida: la muerte. De nuevo, una vez más, el tándem Melville-Delon funciona a la perfección; como el engranaje de una bomba de relojería, dispuesto para provocar la explosión en el momento más inesperado para el espectador.La trilogía de J.P. Melville, «El silencio de un hombre», «El círculo rojo» y «Crónica negra», representa la subversión de la ética en el género policíaco y, también, la integración en el cine occidental de ciertos valores morales pertenecientes a la filosofía oriental; y todo ello expresado con una nueva estética en el lenguaje visual de la construcción fílmica: la esencialidad.

En «El circulo rojo» los arquetipos melvillianos crean el patrón impuesto a sus personajes. Una lógica implacable determina sus movimientos: los confidentes cederán siempre ante los chantajes policiales y colaborarán con quienes les extorsionan; los truhanes guardarán mudo silencio; los comisarios e inspectores interrogarán sin ninguna esperanza de éxito a éstos y chantajearán a aquellos; el resto de personajes deberá mentir si quiere seguir viviendo. Nada es fortuito.

 


Es curioso que, en estas tres películas de cine negro europeo, haya sido Alain Delon el héroe moderno, escogido por el director como hilo conductor, capaz de crear, y transmitir, la ambigüedad y el hermetismo, necesarios en el ambiente. Probablemente, el propio actor francés — a quien Visconti hizo que riera en «El Gatopardo», y llorase en «Rocco y sus hermanos»; mientras Melville consigue en «El Circulo rojo», que permanezca serio y frío, como el hielo — no se haya dado cuenta, aún, de las tres joyas melvillianas que ha dejado para la posteridad dentro de la historia del cine. Tampoco la crítica cinematográfica ha reconocido, suficientemente, la sensibilidad y el carisma de Delon. Como ocurre siempre, con el paso del tiempo, la mirada retrospectiva utiliza la objetividad sin prejuicios; y, en la actualidad, tanto el público aficionado al cine, como la crítica más moderna, están situando a este gran actor en el lugar que se merece.

 

El maestro del cine japonés, Kurosawa, gran conocedor de los códigos y las costumbres de los samurais, también, tendría mucho que decir — por alguna afinidad, no desvelada todavía — sobre las extraordinarias obras policíacas de Jean-Pierre Melville. Si el destino no pudo conseguir que estos dos grandes cineastas tuvieran un encuentro en el pasado, ambos están, en mi opinión, sin que lo hayan sabido nunca, dentro del mismo «círculo rojo» conceptual de inspiración artística.
Máximo.

El tono exageradamente neutro de los colores, apagados y empujados a la palidez demuestran el poco interés en el espectáculo que maneja este director genial.

Jean-Pierre Melville


Jean-Pierre Melville, uno de los directores de mayor prestigio e interés de la historia del séptimo arte con películas como El Samurai o El ejército de las sombras. Sepultado por el paso del tiempo, por corrientes como la Nouvelle Vague e incluso, por el cambio de ciertos paradigmas del cine norteamericano, del cual Melville era tributario, no casualmente se lo llamó, hasta simplona y socarronamente, el más americano de los directores franceses y el más francés de los directores  americanos”. Su filmografía, plena de aciertos, supera holgadamente lo pueril de una definición.

Las ambigüedades de sus personajes definieron también un sello distintivo en su cine. Héroes solitarios a  gusto entre la lealtad y la traición son característicos de un cine de policías y truhanes que, empero Melville siempre remarcó, tenía muchos puntos de contacto con el western, la “forma más perfecta de espectáculo cinematográfico”.
Carlos Heredero y Antonio Santamarina se encargan de desmontar “el universo fronterizo de la ambigüedad moral” de un mundo donde el estereotipo sirve a la fascinación cinematográfica de mostrar “la supremacía de los medios sobre los fines” dentro de ese mundo subterráneo poblado de clubes nocturnos y restaurantes de lujo;
e inteligentemente anotan que “este diseño de los personajes, más se parece a un molde escultórico que a un retrato”.

 

Melville en sintonía con el cine de Bresson, sólo que en el suyo no será importante la moral sino el honor.
Circulo rojo es auténtico cine negro francés. Un cine de caracteres más que fríos, gélidos. Cine polar de gestos helados como témpanos, donde hasta el ademán de encender un cigarrillo dura la eternidad de una reflexión. Cine donde las motivaciones resultan presuntas hasta que una mirada o una bala las confirman o las desmienten. Cine donde los silencios solo admiten las palabras ciertamente imprescindibles. Es esa clase de cine de autor que precisa la complicidad del espectador para alcanzar su perfección. Melville tiene su «toque» como lo tuvo Lubitsch en la comedia. Ambos distintos, pero ambos buscando al espectador inteligente.
FATHER CAPRIO