Izar beltz zinekluba: Mi hermosa lavanderia (S. Frears)‏

k/Medina de Pomar, 9 (Irala)

El primer piso de la Hegoetxea, junto a la Taberna
Urtarrilak 27
 
19:00etan
97min.
Una película como MY BEAUTIFUL LAUNDRETTE (1985, Stephen Frears) –en España escrupulosamente traducida como MI HERMOSA LAVANDERÍA- me trae el recuerdo personal de la relativa asiduidad a las salas especializadas –hoy desgraciadamente casi ausentes en ciudades medias-. En mi caso los casi míticos Cines Astoria de Alicante. Allí en su momento descubrimos y quizá nos dejamos asombrar un tanto apresuradamente por esta sencilla crónica de mágicos perfiles que nos hizo recaer la mirada en el británico Stephen Frears, que posteriormente se ha revelado como un competente hombre de cine, tan irregular como atractivo en su trayectoria, en la que ciertamente es difícil encontrar un mal producto.Quizá recurriendo a esa tendencia hacia un cáustico sentido del humor, es el eje en el que habría que valorar, dos décadas después de su realización, las mejores cualidades de esta pequeña obra de Frears –filmada inicialmente para su exhibición en formato televisivo-, que muy pronto adquirió carta de naturaleza como estandarte de una resurrección del cine inglés –calificación que se demostró bastante discutible-. Quizá recordando sus orígenes se pueda entender mejor el visionado de un título que me parece algo envejecido pero que aún mantiene una notable fuerza y alcanza similares cualidades y defectos que la posterior SAMMY Y ROSIE SE LO MONTAN (Sammy and Rosie Get Laid, 1987) o ABRETE DE OREJAS (Prick Up Your Eras, 1987) en mi opinión la mejor de las tres. En todas ellas se ofrece –salvo la tercera, desarrollada en un periodo inmediatamente precedente- una mirada cínica a la Inglaterra de Margaret Thatcher caracterizada por las desigualdades sociales, el paro o la incidencia del racismo y tratando con ironía la integración de la minoría pakistani en este país. Indudablemente una de las cualidades del título que nos ocupa es el considerable cinismo y desdramatización que propone, así como el tono de ensoñación que adquiere la relación –progresivamente declarada en su homosexualidad- que se establece entre Omar (Gordon Warnecke) y Johnny (Daniel Day-Lewis).MY BEAUTIFUL LAUNDRETTE se desarrolla en Londres dentro del seno de una familia pakistani. Omar es hijo de un escritor impedido caracterizado por sus pensamientos izquierdistas que han posibilitado su ostracismo. Este pide a su hermano -Nasser (Saed Jaffrey)- que busque un empleo para su hijo. Atendiendo a sus ruegos Nasser le entregará al joven una vieja y ruinosa lavandería para que la regente e intente lograr beneficios con la misma, para lo cual Omar logra la ayuda de un antiguo compañero de colegio, Johnny, que actualmente se ha convertido en un violento delincuente de tendencia fascista. Los dos logran reconstruir y decorar de forma inusual el negocio hasta abrirlo al público, mientras su relación se va transformando desde la simple amistad hasta llegar al amor.

La base de la película parte de un guión de Hanif Kureishi, experto conocedor de las realidades que retrata con tanta capacidad de autocrítica como cariño y con el que Frears volvió a colaborar en la ya mencionada SAMMY Y ROSE… Su historia plantea una amplia gama de desarraigados pakistanies que ven en Inglaterra –con todas sus desigualdades y nada oculto racismo-, la oportunidad de un ascenso social. Una oportunidad a la que no estarán dispuestos a renunciar llegando siquiera a procedimientos mafiosos o poco recomendables. Entre esa fauna de medradores es indudable que destacará –pese a sus condicionantes violentos que pronto se revelarán impostados- el sincero romanticismo de Johnny, quien pronto dejará atrás su condición de “hoolligan” al entregarse con amor a Omar, y pese a las vacilaciones que en ocasiones este le ofrece al estar más decidido en su ascenso social y económico que en la auténtica respuesta a sus sentimientos.

Lo que es innegable es que MY BEAUTIFUL LAUNDRETTE funciona bastante mejor en su segunda mitad. Unas secuencias destacadas por la escenografía e iluminación de tonos pasteles, incidiendo en ese buscado tono mágico y en el que la labor como operador de fotografía de Oliver Stapleton es de una gran altura –lo considero uno de los mejores profesionales de la materia surgidos en las últimas décadas-. En estas secuencias la divertida ubicación de los personajes –impecable el detalle del eterno cliente del teléfono-, son consecuencias de una labor de puesta en escena más acusada y casi ausente en una primera mitad más desmañada caracterizada por su carácter simplemente descriptivo y un nada oculto origen televisivo.

Esta sencilla cinta muestra algunas de las mejores cualidades del famoso ‘Free Cinema’ inglés, corriendo de forma pareja a las de aquel movimiento caracterizado por su realismo, aunque en esta ocasión un determinado “romanticismo mágico” se introduzca en su desarrollo. Ni que decir tiene que el conjunto del reparto es magnífico, pero no es menos cierto que la fuerza y el magnetismo con que Daniel Day-Lewis encarna a Johnny es el rasgo que más fuerza otorga a un tanto sobrevalorada historia. A pesar de una trayectoria posterior llena de aclamados y galardonados personajes cinematográficos –en algunas ocasiones incluso caracterizados por cargantes excesos histriónicos-, creo que jamás Day-Lewis ha estado más tremendo en la pantalla, con una labor que se come prácticamente la película a dentelladas y convirtiéndole en uno de los personajes más evocadores del cine de los 80.

 Juan Carlos Vizcaíno

Zineklub: Transamérica (Duncan Tucker)

Izar Beltz Zinekluba

K/Medina de Pomar, 9 (Irala)

En el primer piso junto a la Hegoetxea Taberna

Ciclo: Sexualidades periféricas.

Transamérica

(Duncan Tucker)

2005

103 min.

 

Urtarrilak 20

19:00etan

«La Asociación Psiquiátrica Estadounidense clasifica la distrofia de género como un trastorno mental muy grave. – Una vez que me opere, ni un ginecólogo podrá detectar algo anormal en mi cuerpo. Seré una mujer. ¿No le extraña que la cirugía plástica pueda curar un trastorno mental?» 

  • «La casa de tus padres es más linda que la tuya. – La casa de mis padres viene con mis padres.»

 La opera prima de Duncan Tucker es una película con el mejor espíritu indie, que intenta desnudar la falsedad de las admiradas familias yanquis con un humor impiadoso e inmisericorde.

Hombre transexual con hijo chapero y drogadicto, madre conservadora… y padre judío. Cuando Bree/Stanley descubra, a días de la operación que unirá su cuerpo con su identidad sexual, que tiene un hijo, su terapeuta lo incita a resolver todos sus asuntos pendientes antes de permitir el paso por quirófano. Ahí es cuando la road movie se lanza a la ruta. En Transamerica la risa no se anula ante la tragedia que compone la otra cara de la vida; ya se sabe cuán poderoso –y necesario– resulta su efecto, y acá aparece sin atemperarse y ayuda a esquivar la lágrima fácil, las emociones prefabricadas o el siempre a mano melodrama de cartón.

Así, entre medias verdades, secretos compartidos, huidas y pasados no resueltos, la vida asoma (entre los intersticios), y ciertos lazos familiares sólidos parecen sugerir la idea de la elección por afinidad sobre la de la consanguinidad.

La disfuncionalidad, la diferencia, no se juegan como norma, o como anti, sino que se presentan, lisa y llanamente.

El trabajo protagónico de Felicity Huffman es monumental.

                                                                                                                                                                                                                        Javier Luzi

«Las hormonas son hormonas. Las tuyas y las mías vienen en píldoras violetas.»

El largometraje en cuestión está escrito y dirigido por Duncan Tucker, un desconocido cineasta que debuta en la gran pantalla con este trabajo. Con un coste de apenas un millón de dólares, Tucker ha sacado adelante un relato en el que Bree Osbourne aguarda con ganas el momento en el que pueda hacerse una ope-ración de cambio de sexo que por fin le permita reconocerse como una mujer. Sin embargo, cuando descubre que tiene un hijo ya ado-lescente a causa de una relación heterosexual que mantuvo en el pasado, su mundo se le viene abajo, ya que su médico no autoriza-rá la intervención quirúrgica si antes no se encuentra con el mucha-cho.

Bree se traslada hasta Nueva York para recoger al joven en una comisa-ría, puesto que éste trafica con dro-gas y ha de pagar su fianza para sa-carlo de allí, siendo el viaje de re-greso a Los Ángeles con el chico el verdadero eje de la película, que se transforma entonces en una peculiar road movie en la que, sin obviar el planteamiento inicial de las dificultades que entraña para una persona el cambio de sexo, una cues-tión que se podría abordar mejor en un reportaje televisivo serio o en un documental, se plantean otros asun-tos relacionados con, por ejemplo, la tolerancia o las relaciones fa-miliares.

  «Transamérica» mezcla con acierto el drama y la comedia, siendo reseñable la humildad de sus planteamientos. Es ver-dad que se produce un notable desequilibrio entre estos dos géne-ros en determinados pasajes del filme (a veces el comportamiento de la madre de Bree resulta excesivamente histriónico), pero la for-ma en la que está desarrollada la historia, con buen gusto y respe-to (salvo para aquellos que a estas alturas todavía se escandalicen por ver algún desnudo en la pantalla), ayuda a que incluso los es-pectadores que habitualmente huirían de este tipo de largometrajes puedan disfrutar con su visionado.

  Por supuesto, la interpretación deFelicity Huffman se erige como el mayor acicate de la película, aunque bajo mi punto de vista no lo es por el hecho de que la actriz tenga que po-nerse en la piel de un hombre que quiere ser una mujer; de hecho, Huff-man brilla sobre todo en aquellos instantes en los que poco importa el sexo de su personaje, sino los sentimientos que se ocultan en su interior

                                                                                                                   Joaquín R. Fernández

«Soy transexual, no travesti.»

«Bree, ¿por qué tengo la sensación de que hay algo que te tiene mal? La semana pasada dijiste que sería el día más feliz de tu vida. – La semana pasada fue hace mucho tiempo.»

Zinemakluba: Generación Pokolenie (1954)

IZAR BELTZ ZINEKLUBA
K/Medina de Pomar, 9 (IRALA)
(Primer piso  de la Hegoetxea junto a la taberna)

GENERACIÓN POKOLENIE

(A. Wajda)

 

1954

87 min.


El buen Dios otorgó al director dos ojos, uno para mirar a través de la cámara, el otro para estar alerta a todo lo que sucede a su alrededor.” 
                                                                                                                                               Andrzej Wajda
Andrzej Wajda es probablemente el cineasta polaco más representativo, y el que con mayor compromiso asumió el papel transformador del cine como impulsor de unos ideales de libertad y progreso de la sociedad. Su figura se levanta en la Polonia de posguerra como emblemática de toda una generación de artistas jóvenes que, en oposición al esquematismo y límites impuestos por el “realismo socialista”, exigían una mayor libertad creativa a la vez que extendían al campo social esa nueva inquietud estética. Él sería quien encabezase la corriente llamada “Escuela cinematográfica polaca”, en la que se integraban a otros cineastas como Andrzej MunkStalislaw Rozewicz o Kazimierz Kutz, y también quien abriera el cine nacional al exterior y marcase al resto de directores polacos la senda por la que caminar. Sus comienzos en el cine están marcados por ese sentimiento de frustración tras la 2ª Guerra Mundial, con un país ocupado por las tropas nazis primero y sometido al gobierno comunista después. Entonces le preocupa el abandono y apatía de la nueva generación, el conformismo y ausencia de ideales que observa a su alrededor: por eso y por su profundo amor a la patria acomete una trilogía sobre la guerra que suponen el inicio de la lucha del individuo frente al Estado totalitario, de la ética personal frente al abuso de poder.
En el cine de Wajda, sin embargo, la temática histórica no responde al deseo de ensalzar el pasado nacional de una manera gloriosa y propagandística, sino más bien a la idea de depurar la imagen heroica y plana que se había transmitido, para alcanzar así el mayor grado posible de autenticidad. También obedece a la voluntad de mostrar unos héroes de carne y hueso que supieron hacer frente a un poder asfixiante e inhumano, semejante al que en ese momento sufrían bajo la dictadura comunista. Es un cine profundamente enraizado en la cultura y tradición polaca, que parte de la experiencia vivida y de la literatura romántica del país, pero que después sabe elevarse al plano de las ideas, hablar al individuo y superar cualquier coordenada temporal y espacial: su “tema” es la historia, pero su “espíritu” es el sentido de humanidad y el compromiso con la sociedad, mientras que el cine es entendido como el instrumento para lograr una mayor libertad y dignidad. En definitiva, Wajda es la conciencia de un pueblo y de una época, y sus películas son el espejo de la mentalidad valiente y honesta de quien buscaba despertar y alentar al espectador.
                                                                                                                                      Julio R. Chico



Generación fue el primer largometraje de Andrej Wajda, figura paradigmática del cine polaco de postguerra que se erigió como el más representativo de una serie de cineastas surgidos de la Nueva Escuela de Cine que revolucionarían el hasta entonces deteriorado panorama cinematográfico nacional. Wajda fue el primero en conseguir gran renombre internacional haciendo de Polonia un país a tener en cuenta para los más prestigiosos festivales de cine europeos. Esta serie de cineastas se destacarían con unas películas que gozaban de personalidad propia y que convirtieron su país en el referente cinematográfico más importante de la Europa del Este en una tensa época caracterizada por la tensa Guerra Fría y el stalinismo.
Esta obra sería la que abriría la que suele ser conocida como la Trilogía de la Guerra de Wajda, que se completa con las soberbias Canal (1957) y Cenizas y diamantes(1958). En estos films, se retrata la dura situación por la que pasó Polonia en los años 40 durante la ocupación alemana (y más tarde, soviética) y las actividades de algunos grupos de resistencia que intentaban enfrentarse al enemigo con los pocos medios con los que contaban. No son films heroicos ni enaltecedores, sino más bien crudamente realistas y que reivindicaban el papel de estos combatientes sin caer nunca en la idealización.
En el caso que nos ocupa, Generación es un film ambientado en la Varsovia de 1942 que narra la historia del joven Stach, un chico que proviene de un suburbio miserable y que decide unirse a la resistencia comunista emprendiendo una serie de acciones contra los nazis ocupantes juntos a unos amigos suyos.
Wajda en general huye de las convenciones de este tipo de películas y apuesta desde el principio por enmarcar toda la acción desde un punto de vista crudamente realista. La primera escena del film nos muestra con una extensa panorámica el suburbio miserable de barracas donde vive el protagonista y a continuación nos lo presenta jugando con 2 amigos lanzando un cuchillo. Acto seguido pasa un camión con carbón para el ejército alemán, así que deciden subir a tirar su contenido. Aunque es una acción patriótica, se nota que la hacen sobre todo por pura diversión, casi como si fuera una travesura. Dos de ellos se suben a un vagón para empezar a arrojar la mercancía, pero rápidamente uno de ellos es abatido por un vigilante alemán y muere al instante. Todo esto sucede apenas han pasado 5 minutos de película, el tono frío y descarnado por el que va a optar Wajda nos es descrito enseguida.Resulta obvio que pese a que el título del film hace referencia a esa joven generación que se comprometió a luchar por su país en un contexto tan terrible, el principal punto de interés de Wajda es la evolución del protagonista, un Stach confuso y desorientado que madurará forzadamente tras enfrentarse con todo lo sucedido a lo largo del metraje. Después de este accidente inicial, decidirá dejar de ser un vago y buscarse un trabajo de aprendiz en un taller, su primer contacto con el mundo adulto. Seguidamente, se verá atraído por un grupo de resistencia, pero no se nos esconde que el motivo de esa atracción no es solo la idea de luchar contra los ocupantes, sino también la joven y bella líder del grupo, Dorota.
Los motivos que llevan al resto de sus amigos a unirse al grupo tampoco son especialmente nobles. Uno de ellos, Jacek, es bastante reticente a unirse a la lucha porque ha de mantener a su padre, pero cuando es acusado de cobarde se envalentona enseguida y asesina a un oficial nazi a tiros. Seguidamente no dejará de fanfarronear sobre la valiente acción que ha llevado a cabo (que de valiente tiene poco, puesto que le atacó pillándole desprevenidamente) recreándola hasta la extenuación. También se hará patente entonces la fascinación que siente por las armas, provocando su enfado cuando le arrebatan la que robó al oficial nazi. No parece importarle tanto el hecho de contribuir a la lucha armada como el poder disparar como un pistolero al enemigo (aunque al mismo tiempo parece atormentado por su asesinato).
Los otros amigos de Stach tampoco parecerán especialmente conscientes sobre lo que están haciendo, y al verles en acción por la forma de comportarse no notamos mucha diferencia entre estos actos y los que llevaban a cabo los protagonistas al inicio del film de forma despreocupada, como si estuvieran haciendo una gamberrada más.
Wajda apuesta por dotar al film de una visión realista y salvo en una escena de persecución (excelentemente llevada a cabo, por cierto) la película no tira en ningún momento hacia el suspense o la acción. El cineasta nos muestra una visión desoladora de la Polonia de la guerra en que aparecen imágenes caóticas de incendios, cadáveres y edificios en ruinas, un panorama desolador en el que los protagonistas viven como si estuvieran habituados a ese panorama. Es de destacar las imágenes del barrio de barracas donde vive Jacek, poblado por gente humilde pero a la que Wajda no puede evitar enaltecer en una escena en que todos los vecinos acuden a ayudar a Jacek y su madre cuando éstos se ven amenazados por dos colaboracionistas que buscan un arma que Jacek robó.
Así mismo, pese a esta voluntad realista, la dirección de Wajda muestra una gran preocupación formal por la composición de los encuadres que, en gran parte gracias a la excelente fotografía en blanco y negro (cuyo juego de luces y sombras puede recordarnos vagamente a algunos directores del expresionismo alemán), contribuyen a que el film esté lleno de momentos bastante cuidados visualmente (por ejemplo, todas las escenas situadas en sitios oscuros como los canales subterráneos).

Sin embargo, aunque las motivaciones de los protagonistas son confusas, Wajda no esconde (sobre todo en la parte final) su admiración hacia ellos y hacia su innegable valentía. Cuando al final del film, un desolado Stach se encuentra con el que será su próximo grupo de combate el director opta por cerrar el film con un plano de esos jóvenes que serán los próximos héroes. Un final abierto, puesto que el destino de ellos y de Stach es altamente incierto, pero que refuerza la idea tras el título de enaltecer a esa generación de jóvenes que tuvo que luchar contra algo mucho mayor que ellos.
El éxito de esta película y las siguientes de la Trilogía de la Guerra consagraron a un Andrej Wajda que acababa de debutar y se vio incluido entre los autores pertenecientes a las nuevas tendencias cinematográficas que invadían Europa. Gracias a su éxito, otros cineastas polacos pudieron darse a conocer siguiendo el camino que éste había marcado, entre los que quizás el que más renombre internacional adquirió fue Roman Polanski, el cual casualmente aparece en el film interpretando a uno de los amigos de Stach. Esta mera coincidencia hace que sea inevitable referirse a Polanski como a uno de los hijos de esta primera generación de directores polacos (Wajda, Kawalerowicz, W. J. Has…), los cuales allanaron el camino a futuros directores dando a conocer al mundo la obra cinematográfica de un país que, tras una dura postguerra y sin una sólida tradición en el séptimo arte, necesitaba del empujón que le proporcionaron estos cineastas para  adquirir fuerza y darse a conocer internacionalmente.

IZAR BELTZ ZINEKLUBA // La batalla de Argel (G. Pontecorvo)‏

ABENDUAK 15 19:00etan
IZAR BELTZ ZINEKLUBA
K/ Medina de Pomar, 9 (Irala)
En el primer piso del portal de la Hegoetxea. Junto a la taberna.  
Ciclo: Cine y resistencia armada.
La batalla de Argel
Gilo Pontecorvo
1965
120 min.
Auténtico documento de la guerra de Argelia, culminación de la cual fue su independencia con respecto a Francia. Rodado integramente en Argelia y protagonizado por Yacef Saadi, personaje fundamental en la movilización argelina revolucionaria. Ganadora del Leon de Oro de la Mostra veneciana del mismo año. La batalla de Argel es una de las películas más emblemáticas de la historia del cine, valores que le otorgan, por supuesto, su calidad excepcional, pero también por resultar el mejor testimonio (el más directo y asequible) de un capítulo que fue “clave de bóveda” en la historia de la revolución argelina, así, como uno de los testimonios más representativas de la revolución anticolonial, un acontecimiento histórico que raramente ha encontrado su expresión cinematográfica, una expresión que, sin excepción tuvo que ser prestada porque las naciones emergentes del Tercer Mundo apenas si contaron con algunos cámaras en las guerrillas. Es igualmente una película distinta, hecha desde arriba, pero también desde abajo. Al mismo tiempo, es un espejo de diversas situaciones, de la evolución política de la propia revolución, que cambió de curso el golpe de Estado del Consejo Revolucionario, dirigido por el coronel Boumedian, que confinó al presidente Ben Bella a perpetuidad (se puede decir que este fue el momento en que la revolución la “jodió”, pasó de las manos de los resistentes más idealistas y avanzados para pasar a las de los que querían ante todo “institucionalizar” el Estado y domesticar las masas); por supuesto, de las dificultades de la sociedad francesa para aceptar el trauma de una derrota, y muestra de ello es que, a pesar de triunfar en el extranjero distribuida por una compañía norteamericana, la película no pudo estrenarse hasta la temporada cinematográfica 1970/1971, debido a la polémica nacional que se desató a nivel ideológico; Sin olvidar la propia Italia en Italia, donde, el 23 de febrero de 1966, Aldo Moro forma un Gobierno de “pentapartito” (con 16 democristianos, seis socialistas, tres socialdemócratas y un republicano), y cuya orientación básica era cortar el paso al PCI. Entre nosotros no se estrenó hasta mucho después de la muerte de Franco. Actualmente, encaminada ya hacia el medio siglo, la película todavía respira autenticidad y frescura, y a pesar de sus dos horas de duración, resulta susceptible de mantenerse como soporte de un animado cine-forum.
                                                                                                                                                       Árticulo de ‘Rebelión’.
  • Uno de sus protagonistas Youcef Saadi, caracterizado en la película como Saadi Kader, fue uno de los fundadores del FLN argelino y participó en los hechos que se describen en la película
  • Su exhibición en Francia fue vetada hasta 1971 e incluso el general Massu (encarnado en la película en el personaje del Coronel Mathieu) escribió un libro homónimo a la película en el que definía los métodos de tortura usados por el ejército francés en Argelia como una crueldad necesaria:
No me asusta la palabra tortura, pero pienso que en la mayoría de los casos los militares franceses se vieron obligados a utilizarla para vencer al terrorismo allí, afortunadamente, nuestros métodos fueron infantiles comparados con los que practicaron los rebeldes. La situación nos llevó a cierta ferocidad, es cierto, pero permanecimos dentro de la ley del ojo por ojo, diente por diente.
  • Las escenas de torturas fueron censuradas en Estados Unidos y el Reino Unido. En España no fue exhibida hasta mucho después de la muerte de Franco.
  • Según recientes informaciones el film ha sido utilizado por el Departamento de Defensa de EE. UU. para ilustrar la formación de las tropas destinadas a Irak.

 

Zinemakluba: Deseo, Peligro (Ang Lee, 2007)

k/ Medina de pomar 9 (Irala)
Junto a la Hegoetxea Taberna

Azaroak 18
19:00etan
Deseo, Peligro
Ang Lee
2007
160 min.
¡Atención! La película dura 2h40 minutos. Por favor, puntualidad.

El precio de la pasión

Sorprende el camaleonismo de ese taiwanés errático llamado Ang Lee para hablar con profundidad, matices y verismo de culturas y formas de vida que le son ajenas, transmitiéndote la sensación de que ha mamado de mundos tan dispares. Desde la Inglaterra victoriana de Sentido y sensibilidad a las miserias de la burguesía ilustrada norteamericana enLa tormenta de hielo, desde la osadía de retratar un amor homosexual en el más rancio universo country en Brokeback Mountain a adaptar con tono tenebroso el cómic Hulk. Si no existieran los títulos de crédito resultaría muy complicado para la infalible política del cine de autor deducir que esas películas las firma el mismo hombre.

Aunque la obra de Ang Lee desconozca afortunadamente los problemas de adaptación y la impostura, siempre resulta curioso para él que sigue su cine que el inteligente y penetrante vagabundo retorne a sus chinas raíces, a esas señas de identidad expresadas inmejorablemente en comedias memorables como Comer, beber, amar y El banquete de bodas.

El título de este retorno es Deseo, peligro y resulta muy explícito sobre lo que nos va a contar, una densa y perturbadora historia sobre el riesgo mortal de frecuentar los volcanes, de que los espasmos de la carne y de la pasión se impongan a las obligaciones que dicta el cerebro. Ambientada en la China de 1938, ocupada por el ejército japonés, describe inicialmente la dolorosa pérdida de la inocencia de un grupo de estudiantes patriotas dispuestos a cargarse a un poderoso colaboracionista y que descubren el irreparable desgarro emocional que implica matar a un ser humano, el vértigo que acompaña al paso de la revolucionaria teoría a la siempre trágica ejecución. El largo arranque de Deseo, peligro, retratando la iniciación en la conjura y en la violencia de esos idealistas con hambre de acción, se hace ligeramente moroso y puede desanimar al espectador sobre lo que puede dar de sí el amenazador metraje de 160 minutos, pero hay una secuencia que te despierta y te revuelve. Ang Lee se empeña en describir con realismo minucioso y estremecedor, sólo comparable en su horror al asesinato del policía y del taxista que filmaban Hitchcock en Cortina rasgada y Kieslowski en No matarás, las innumerables heridas que puede soportar un cuerpo antes de extinguirse.

A partir de ese momento, la historia toma cuerpo y crece. La crónica de esa relación sin futuro, basada al principio en el engaño y de consecuencias imprevisibles, entre esa mujer que debe seducir a su enemigo para tenderle la trampa letal y el villano que se detesta a sí mismo y al que el sexo violento le sirve de catarsis, alcanza una intensidad, una fascinación y una veracidad que asustan y conmueven.

Ese erotismo abrasivo no es fingido, no pretende actuar como reclamo morboso para la taquilla, te hace comprender lo que sienten los personajes, la complejidad de lo que les está ocurriendo, la batalla entre su racionalidad y su deseo. Esa carnalidad desesperada posee tensión y clima, riesgo y autenticidad.

Es una película a la que se le pueden disculpar los baches, ya que te compensa con explosiones de gran cine, con una estética notable, con la enorme capacidad de su director para hacer emocionantes y creíbles los amores más tortuosos y torturados, las flores del mal. A ello contribuye el admirable Tony Leung, hermético, cruel, atormentado y pragmático.

Carlos Boyero

ZinemaKluba: El ejército de las sombras (L’armée des ombres)

Ciclo: cine y  resistencia armada.
K/ Medina de Pomar, 9 (irala)

El ejército de las sombras
 L’armée des ombres
 Jean-Pierre Melville
1969
  145 min.

¡ATENCIÓN!
Durante el otoño invierno el Zinekluba cambia de ubicación!
A partir del domingo 11 de noviembre pasaremos menos frío en el piso de la Hegoetxea Taberna.
K/ Medina de Pomar 9 (Irala)
A unos 400 metros de Izar Beltz, junto al parque de Eskurtze.

Si tenéis dudas o si os perdéis (incluso ambas)
Ivan
659 55 20 60
Kamilo
669 404 364

Aclamado drama sobre la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Basada en la novela de Joseph Kessel, la película comienza en octubre de 1942 y nos presenta algunos meses en las vidas de los militantes en torno a Phillippe Gerbier, un tranquilo ingeniero civil que es uno de los verdaderos líderes de la resistencia. Philippe Gerbier (Lino Ventura) es jefe de uno de los grupos de la resistencia en París, contra la ocupación nazi, es capturado pero tras un ardid logra escapar y se une a otro grupo que desarrolla sus acciones en Marsella, el delator es descubierto y se procede a su ejecución, la narración ofrece una visión del coraje y los miedos de estos grupos que tan importantes fueron durante la segunda gran guerra.

Estamos ante una de esas películas duras, ásperas, directas, pero por encima de todo imprescindibles. Melville nos regala un fresco de la resistencia francesa plagado de situaciones, con multitud de detalles, tantos que en un principio nos pueden pasar desapercibidos en un primer visionado.

Un clásico del cine europeo en el que Jean-Pierre Melville da una magistral clase de cine al trasladar la novela de Joseph Kessel a la gran pantalla. También se trata, sin lugar a dudas, del más memorable homenaje a los héroes de la Resistencia Francesa jamás filmado. Lejos de sacralizar las gestas de los hombres y mujeres que lucharon contra el gobierno de Vichy y la Gestapo, la película de Melville capta los claroscuros de unos personajes que, con aciertos y errores, se dejan la piel en una lucha solitaria y por la que pocos apuestan. Dificultades morales, económicas y militares que se narran a tres voces, desde la omnisciencia del director hasta dos de los personajes principales, Philippe Gerbier (Lino Ventura) y Jean François Jardie (Jean-Pierre Cassel). Apuntes de estilo y riesgo en una obra que va más allá del docudrama o del epistolario bélico. Puro cine negro es lo que contiene la cinta, con dos maneras de sentir la acción: la de la espera, pausada, agónica, y la de la confrontación o la huída, veloz, trepidante. Siempre desde la contención interpretativa, la frialdad de la imagen y al son de una partitura, la primera de Éric Demarsan, imposible de olvidar.

El ejército de las sombras ofrece por partida doble cine de alta calidad: por un lado la obra más redonda del gran director que murió tempranamente con sólo 56 años, y al mismo tiempo una mirada adulta, conmovedora, pero al mismo tiempo dura, dolorosa, de episodios históricos, documentados, en los que el propio director participó cuando era joven y rabiosamente revolucionario frente a la feroz tiranía nazi. En este sentido El ejército de las sombras es una creación minuciosa, lenta, preciosista, en la que la valentía de sus protagonistas se permite la exhibición de sus debilidades, sus temores, sus traiciones, y a veces su crueldad, mostrado todo con la caligrafía admirable de un creador pero también con el dolor sin ambages de quien ha sufrido en su propia piel la persecución, el arrojo y el implacable dominio del odio a la hora de perseguir y ajusticiar a los traidores en tiempos feroces. Nada de héroes en manos de milagrosas aventuras: siempre hombres con altos y bajos, valentía y temores, ingenio y torpezas en un entorno de lo más especial, ya que personajes y situaciones se basan en hechos reales. Con pocos efectos especiales, Melville construye un relato de pesadilla, en el que la única seguridad es la muerte. Pudiésemos hablar de los protagonistas como héroes, pero, ¿puede es verdaderamente un héroe aquél que trata cada día con frialdad el morir o matar? Los soldados de este ejército de sombras se mueven en la absoluta incertidumbre, entre el ahora o nunca, el suicidarse o en el ser fusilado…

Los actores no pudieron ser mejor elegidos. Todos componen creaciones inolvidables. La película se ve con gran interés y deja un sabor amargo, un cierto dolor que invita a debates y reflexiones profundas en torno al coraje que se necesita para ser coherente con lo que se piensa, tanto en tiempos comunes y corrientes como en los difíciles tiempos que narra esta historia. Si todo el reparto es sobresaliente, quiero destacar con especial emoción la admirable participación del italiano muerto en París, Serge Reggiani: breves minutos en los que personaje y actor logran una simbiosis que pone la piel de gallina. Pero por supuesto, Lino Ventura y Simone Signoret se llevan la palma en un elenco en que todos parecen esforzarse más que de costumbre, como si fueran conscientes de que participan en un testimonio histórico de manos de un genio del cine.

Además de la historia, otro punto fuerte de la película es su ambientación. La lluvia, la niebla, los paisajes boscosos y los húmedos calabozos le dan a la película un aire gélido y lúgubre. También la música se merece la atención, ya que ayuda a construir una envolvente atmósfera melancólica.

En definitiva, nos encontramos de una verdadera obra maestra del cine creada por un genio en estado de gracia. Un film imprescindible.

Las ambigüedades de sus personajes definieron también un sello distintivo en su cine. Héroes solitarios a  gusto entre la lealtad y la traición son característicos de un cine de policías y truhanes que, empero Melville siempre remarcó, tenía muchos puntos de contacto con el western, la “forma más perfecta de espectáculo cinematográfico”.

Entre 1947 y 1972 rodará un universo de personajes irrepetibles con actores como Lino Ventura, Jean-Paul Belmondo o Alain Delon. Carlos Heredero y Antonio Santamarina se encargan de desmontar “el universo fronterizo de la ambigüedad moral” de un mundo donde el estereotipo sirve a la fascinación cinematográfica de mostrar “la supremacía de los medios sobre los fines” dentro de ese mundo subterráneo poblado de clubes nocturnos y restaurantes de lujo; e inteligentemente anotan que “este diseño de los personajes, [que] más se parece a un molde escultórico que a un retrato”.

 Melville en sintonía con el cine de Bresson, sólo que en el suyo no será importante la moral sino el honor.